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Areté griega: La búsqueda de la excelencia.

  • David Arroyo
  • 5 abr 2015
  • 2 Min. de lectura

De manera usual, cada vez que echamos la vista atrás en busca de historia, ya sea del deporte, de la medicina, de la filosofía… Tendemos a girar la cabeza hacia Grecia. Algo que no resulta de extrañar puesto que sus conceptos, su teatro, sus esculturas o su arte, a día de hoy siguen teniendo un valor inconmensurable en la cultura occidental actual.

Para ellos, el “hombre” era la medida de todas las cosas, por eso su educación iba encaminada a la formación de este según un modelo ideal determinado, que tenía como fin o meta conseguir la ARETÉ, concepto que daba nombre a la excelencia.

Podemos decir, que ya entonces consideraban esencial el equilibrio entre el cuerpo y la mente. Desde la época homérica, definen este modelo de excelencia individual, en el que unificaban las virtudes de Aquiles, el hombre de acción, y de Odiseo, el hombre sabio.

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El énfasis se hallaba puesto en la disciplina y dominio del cuerpo mediante la gimnasia, una de las actividades principales, y la lucha. Pero una formación acabada, que permitiese alcanzar la excelencia, abarcaba también las artes de la oratoria, la música y la filosofía.

La preocupación por la belleza y la correcta formación del cuerpo del “hombre” lo tenemos ampliamente representado en el arte. Un claro ejemplo sería el discóbolo de Mirón. Recuperando la máxima griega: No hay educación sin deporte, no hay belleza sin deporte; solo el hombre educado físicamente es verdaderamente educado, sólo él es en efecto hermoso.


Este desarrollo se dio por la estrecha relación que los griegos establecían entre el atletismo, la educación y la salud. El entrenamiento físico y la conservación de la salud y la fuerza eran partes sustanciales de la educación de los niños.

Por este motivo, el gimnasio era el centro de la vida ciudadana, que asumía un papel completamente distinto a lo que conocemos como tal en la actualidad. En ellos además de practicar actividad física, se les inculcaban bases de moral y ética, se leía, se escuchaba música, se daban clases de filosofía, matemáticas y otras ciencias. Los filósofos y los sofistas frecuentemente realizaban conferencias sobre temas literarios y científicos.

Por eso no es de extrañar, que el cuerpo y la mente para Platón fueran los dos pilares fundamentales que permitían, en su pleno aprovechamiento, conseguir la perfección en el más alto grado.

Referencias:

PLATON, La República

recogido por Jaeger en Paideia pgs, 603 y 624

DIEM, Carl, Historia de los Deportes I

pg.128

 
 
 

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