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Psicología: SHIN TAI, cuerpo, mente y espíritu a través del combate.

" La fabulosa energía física y psíquica que es movilizada por la ira no se puede cortar, cercenar, extinguir o castrar sin más. Al igual que una lluvia torrencial, si no es adecuadamente encauzada por un río, se desborda y lo anega todo, así también el torrente emocional de la ira no puede ni debe ser contenido, sino canalizado".


Esta es la cita que empleo siempre que alguien me pregunta el por que de practicar un arte marcial, me dice que el boxeo es violento o simplemente mantiene reduccionismos acerca de los deportes de contacto en general, sin parar a profundizar en la esencia de los mismos.


Lo cierto es que la agresividad y la violencia son conceptos distintos, que no tienen por que ir de la mano. Si bien la agresividad es una energía que se eleva como la gasolina de nuestros anhelos y nos empuja de manera propositiva a cumplir nuestros fines, la agresividad mal canalizada puede llevarnos a la violencia. El propio mundo en el que vivimos es violento, y al final, la violencia reactiva o emocional que se palpa en las calles queda a la sombra de una violencia estructural y cultural que convierte lo legal en injusto y lo injusto en desigualdad.


Partiendo del concepto de la filosofía oriental SHIN­TAI donde se concibe el cuerpo, la mente y el espíritu como ejes inseparables, los deportes de contacto (artes marciales o no) favorecen el correcto equilibrio del continuo antes citado, interiorizando el practicante valores que dotan de sentido y que acompañan de manera armónica a la progresión física y técnica.


La autodisciplina,la dedicación, la constancia, la superación, el enfrentarse a los miedos y romper los limites que uno creía tener hacia si mismo, tienen su resonancia en la mejora de los umbrales de frustración, la autoestima, la motivación, la demora de la gratificación inmediata y en general en el canal emocional del practicante. En el caso de los jóvenes, que poseen “la mente del principiante” , estos actúan como esponjas, poseyendo una energía de recepción y desarrollo a menudo desaprovechada o mal dirigida, por lo que se hace necesario la canalización de dicha energía hacia el crecimiento.


Pronto se despierta el sentido de responsabilidad,el compañerismo, pronto uno toma conciencia de que los conocimientos adquiridos no pueden ponerse en práctica fuera del código moral inherente en la práctica marcial. Cuanto mas crece el luchador, mas crece la persona, cuanto mas sabe, mas consciente es de las consecuencias de sus actos, existiendo un crecimiento humano y social.


Los que hemos practicado algún tipo de deporte de contacto y trabajado con jóvenes en riesgo de exclusión social o en cárceles sabemos el valor que tienen este tipo de disciplinas, la nobleza y el clima de respeto y fraternidad que se genera. Es necesario sintonizar con la hostilidad y la tormenta interna del individuo, hacerle comprender que su principal enemigo es él y acompañarle en la búsqueda de su identidad.

En el dojo o en el ring todos somos iguales, el combate es justo, existen unas normas, por lo que se requiere el fortalecimiento del autocontrol, de igual manera, la igualdad promueve la empatía y la compasión y lo que es mas importante, en la mayoría de las ocasiones supone una descompresión de toda la problemática vital que arrastra el practicante, ventilando las preocupaciones y actuando como regulador emocional.


Todavía existe un prejuicio social enquistado reforzado por el tratamiento mediático desafortunado que se le da a las artes marciales o a los deportes de contacto, pero al fin y al cabo, como casi todo en la vida hay que vivirlo para contarlo. Sin sufrimiento no hay crecimiento, sin trabajo ni dedicación no hay resultados, algunos valores solo se aprenden cuando ponemos al limite nuestro cuerpo y nuestra mente.


Cuando nos sentimos vulnerables valoramos la fortaleza y cuando sentimos dolor, aprendemos a no hacérselo sentir a los demás, las disciplinas de combate actúan desde lo primitivo del ser humano hacia lo racional y gregario, siembran de madurez nuestros pensamientos y actos y al fin y al cabo, solo a través de buenos individuos alcanzaremos buenas sociedades.


“El verdadero guerrero es invencible porque no lucha con nadie. Vencer significa derrotar la idea de disputa que albergamos en nuestra mente”. O Sensei Morihei Ueshiba


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