Cuerpo y Mente: El papel de la psicología en el deporte. Parte II, alto rendimiento.
No debemos caer en el reduccionismo de valorar el papel de la psicología tan solo en función de las consecuencias positivas dirimentes de la práctica deportiva. La psicología ocupa un papel vital en aspectos tan dispares como el diseño del entrenamiento para la mejora del rendimiento, la prevención de patologías asociadas al deporte de alto nivel como el Burn out o el Choking under pressure (asfixia bajo presión), así como en la gestión emocional que conlleva una lesión en un deportista profesional.
El deportista de alto rendimiento
Desde un punto de vista holístico, a la hora de analizar la dinámica de un deportista de alto rendimiento, según los estudios de Stambulova (2000), debemos tener en cuenta a nivel intrapersonal, las diferentes esferas que configuran la identidad del deportista (carrera deportiva+desarrollo individual+desarrollo social+formación académica), así como las distintas situaciones estresantes que pueden influir en sus resultados (situaciones puntuales de estrés, de transición o cambios y de crisis o confictos internos).
El estudio psicológico previo de cualquier persona, ya sea deportista profesional o no, nos dará una línea base y una serie de pautas sobre las que encauzar el diseño del entrenamiento en aras de optimizar y dotar a la práctica deportiva de eficiencia a través del ajuste de la misma a la idiosincrasia y necesidades del usuario.
El ejercicio individualizado nos lleva a diseñar un entrenamiento teniendo en cuenta los parámetros (volumen, sesión, tipología del ejercicio, intensidad, duración) y características psicológicas (umbral de frustración, tensión, fatiga, irritabilidad) que se ajustan al deportista, fomentando la elevación del rendimiento y evitando que nuestra intervención sea iatrogénica.
Pero llegados a este punto puede surgirnos dudas acerca de como mejorar el rendimiento de nuestros deportistas. Estudios de Capafons y Labrador argumentan que en el rendimiento deportivo pueden influir diferentes tipos de variables, no necesariamente de tipo físico, como la motivación, la atención, el estrés, la ansiedad o la autoconfianza.
Aspectos como la motivación tiene un impacto directo en los resultados, siendo el papel del técnico/entrenador fundamental a la hora de orientar al sujeto hacia una motivación autodeterminada a través de tareas más cercanas a la proposición que a la imposición, favoreciendo la toma de decisiones del practicante ( Deci y Ryan,1985,1991).
Según la teoría de motivación orientada al logro, los sujetos que se rigen por los principios de comparación social, disposición al ego, búsqueda de resultados y evitación del fracaso son mucho más propensos a experimentar ansiedad que los orientados a la tarea (comparación consigo mismo, focalización hacia la mejora personal y aprendizaje) relacionados con mayor cognición de autoeficacia, según los estudios de Voight, Callahan y Ryska (2000).
Por esto mismo, nunca tenemos dos deportistas iguales, suponiendo sus “esquemas vitales” y su manera de construir la realidad, el cauce por el que canalizan su energía, motivaciones y anhelos, universo personal que debemos conocer y respetar, trabajando en aquellos aspectos que actúen al servicio de la mejora deportiva y personal.
La atención juega de igual manera un papel primordial. Tal y como exponen Williams y Davids en sus estudios, el deportista de alto rendimiento debe ser capaz de discriminar aquellos estímulos relevantes para focalizar su atención obteniendo un resultado eficiente.
Tang y Posner (2009) discuten los efectos del entrenamiento y la atención a través de tradiciones orientales (Artes marciales, Tai-chi...). Lo que tienen en común estas disciplinas es la utilización de diferentes vías sensoriales para alcanzar efectos positivos en el cuerpo y en la mente (desarrollo del control voluntario, relajación, transferencias del entrenamiento a la cognición, emoción y conductas sociales), fomentando de igual modo la autorregulación (procesos inhibitorios) y mejorando la capacidad de insight (Conciencia de uno mismo).
¿Qué hacer frente a los problemas?
Como el resto de profesiones o dedicaciones donde existen inversiones tan poderosas de tiempo, esfuerzo, dedicación y porque no decirlo, pasión, el deportista de alto rendimiento está sujeto a férreas presiones resultadistas y expuesto a que una lesión rompa su plan de vida y sus expectativas.
Una lesión implica cambios en el estado de ánimo y nivel de competencia percibida, el impacto que tiene una lesión en deportistas de alto nivel es muy superior que el del resto de la población, siendo una fuente de ansiedad de primer orden, tanto somática como cognitiva, estando esta última relacionada con el rendimiento.
De igual manera frecuentemente nos encontramos con fenómenos como Burn out, estrés severo y duradero en el tiempo, o el Choking under pressure o asfxia bajo presión, reducción del rendimiento deportivo a pesar de los esfuerzos por conseguir un rendimiento superior, que pueden afectar no solo a los resultados del deportista, sino que además, sus consecuencias se pueden trasferir a problemas físicos, insatisfacción en el estilo de vida y alteraciones afectivas.
El psicólogo, en colaboración con todo el equipo multidisciplinar que trabaja al servicio del deportista, debe, en primer lugar, fomentar la prevención y la detección, a través de la creación de climas de trabajo adecuados y de un acompañamiento y estudio individualizado, fomentando la existencia de un feedback recíproco que nos dote de información sobre la que trabajar.
Cada persona, dinámica por defnición, y sujeta a numerosas situaciones estresoras, dentro y fuera del ámbito deportivo, posee una resiliencia, un conjunto de factores de riesgo y protección, habilidades de afrontamiento etc...que debemos conocer para trabajar con atino y profesionalidad.
En casos donde la problemática de la persona adquiere niveles de interferencia signifcativos en su carrera profesional y en su vida, debemos intervenir no solo para neutralizar el objeto de la demanda (ansiedad, estado de ánimo bajo, insatisfacción...) si no trabajando en potenciar las fortalezas, orientando los problemas al crecimiento.
“Primero transformé la chispa en una llama. Ésta se tornó en fuego y el fuego en un incendio incontrolable”. Cus D ́Amato
Referencias:
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Deci, E. L., y Ryan, R. M. (1991). A motivational approach to self: inte- gration in personality. En R. Dienstbier, (Ed.), Nebraska Symposium on Motivation: Perspectives on motivation (Vol. 38, pp. 237-288). Lincoln, USA: University of Nebraska Press.
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